La terapia psicológica es un servicio cada vez más cercano a las personas. Cuidar nuestra salud mental ha dejado de ser una cuestión tabú, por lo que ir al psicólogo está mucho más normalizado. Sin embargo, aún hay muchas dudas acerca de qué ocurre exactamente en el espacio terapéutico. Por eso, vamos a empezar desmintiendo algunos mitos comunes acerca de la terapia psicológica.
- La terapia psicológica me hace sentir mejor cada vez que voy a sesión
Es cierto que la terapia psicológica es un acto de cuidado hacia nuestra salud y, por ello, va encaminada a lograr mayor bienestar. Sin embargo, la realidad es que el proceso de cambio no siempre es sencillo, fácil ni agradable. Lograr esa mejoría implica mirar hacia dentro, entrar en contacto con emociones desagradables y abrir cuestiones dolorosas. Aunque el profesional tratará de hacer este camino lo más llevadero posible, eso no le resta dificultad. Esperar salir de cada sesión feliz y pletórico no es realista, pues recuperarse consiste en una carrera de fondo con sesiones que no siempre son fáciles. Ajustar esta expectativa es fundamental para prepararnos y entender lo que implica realmente cuidar nuestra salud emocional.
- La terapia consiste en hablar continuamente de la infancia
La infancia es una etapa clave para el desarrollo de las personas y su mundo emocional. Aunque esta tiene un espacio importante en terapia, no es ni mucho menos el único punto al que se atiende. De hecho, mirar al pasado es una manera de entender mejor el presente y atender el malestar actual a un nivel profundo.
- Los psicólogos dan consejos
Los psicólogos no son consejeros. Su función no es decir a las personas lo que deben hacer, sino ayudarlas a conocerse y entender qué desean hacer para manejar las situaciones de su vida. El psicólogo es un acompañante que busca empoderar a la persona para que tome decisiones de forma autónoma y consciente.
- La terapia dura muchos años
La terapia psicológica no tiene una duración estándar, esto depende de cada persona y sus circunstancias. Sin embargo, no es cierta esa idea de que la terapia es algo indefinido que siempre se extiende por años. Esto sucede en casos puntuales en los que hay problemáticas graves o muy cronificadas.
- La psicoterapia es algo dirigido a personas con enfermedades mentales
De nuevo, existe una creencia muy extendida que sostiene que la terapia sólo está pensada para quienes lidian con enfermedades mentales graves. Sin embargo, esto no es para nada cierto. La terapia es un espacio abierto para cualquier persona que sufra malestar emocional, del tipo que sea. A veces este puede encajar más o menos en un diagnóstico, pero esto no lo hace más válido o merecedor de cuidado. Cualquier sufrimiento emocional puede y debe ser atendido mediante terapia psicológica.
- La psicoterapia es para personas débiles
A menudo se asocia el sufrimiento emocional con la debilidad. Esta creencia es tremendamente dañina por varias razones. Por un lado, hace que quienes padecen problemas psicológicos se sientan culpables por su dolor, lo que dificulta que pidan esa ayuda que tanto necesitan. Por otro, incrementa el estigma hacia las personas que acuden al psicólogo, asumiendo que estas son débiles por contar con un profesional para salir de su malestar. Pedir ayuda no nos hace débiles, sino humanos. Cuando enfermamos no dudamos en ir al médico para poder obtener cura. Esta misma lógica debemos aplicarla a nuestra salud psicológica. El tiempo por sí mismo no lo cura todo, incluso puede contribuir al empeoramiento. Por eso, deshacernos de esta creencia que asocia emoción con debilidad es importante para ir a terapia si lo necesitamos y salir adelante.
Aunque cada proceso de terapia es único y diferente, la dinámica general que sigo en mi consulta es común a todas las personas.
Todo proceso empieza con una fase de evaluación. Esta suele implicar las primeras sesiones, en las que el profesional trata de conocer la demanda del paciente y la situación en las distintas áreas de su vida. También en ella se indagará en su historia de vida y su contexto familiar. Para conocer esta información, el psicólogo hará algunas preguntas e incluso podrá pedirte que realices alguna pequeña tarea o cuestionario. Al terminar esta fase, ocurrirá lo que se conoce como sesión de devolución.
Esta sesión va dirigida a que el psicólogo pueda explicar al paciente sus impresiones resultantes de la evaluación. De forma sencilla, se le hará saber cómo ha podido llegar a la situación actual, de qué forma se mantiene el problema y qué se puede hacer para atajarlo. Junto a la persona, el profesional acordará los objetivos que se perseguirán en la terapia y se organiza así el plan de tratamiento.
Una vez que se ha realizado la sesión de devolución, es cuando empieza la intervención propiamente dicha. La duración de la intervención es variable, depende de cada caso y no se puede concretar de antemano. Hay terapias que llevan algunos meses, mientras que otras requerirán períodos más prolongados. En cualquier caso, la participación activa de la persona es básica para que la terapia dé sus frutos.
En consulta realizamos sesiones semanales que duran 55 minutos. Estos encuentros semanales irán destinados a trabajar los objetivos acordados, siguiendo un orden de mayor a menor prioridad. Para este trabajo no sólo se conversará, sino que el profesional podrá pedirte que realices alguna dinámica o tarea. Si bien hay un guion de trabajo, debes saber que la terapia es un espacio seguro para ti. Por ello, se puede hablar de cualquier tema que tú consideres necesario o problema que hayas tenido a lo largo de la semana.
A medida que se vayan logrando los objetivos marcados, las sesiones se irán espaciando en el tiempo. Finalmente, se cerrará el proceso de terapia cuando la persona haya recuperado su bienestar. El fin último es que el paciente se vaya con herramientas que le permitan afrontar futuros desafíos de forma saludable y prevenir recaídas.